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miércoles, 8 de octubre de 2014

< auTICsmo >

¡¡Muy buenas a tod@s!!

Como podéis ver, aquí os he dejado mi relato, "auTICsmo".
Este trata sobre la historia de Jaime y el trastorno que padece, "Trastorno del espectro autista" y cómo su profesora mueve cielo y tierra para despertar en él su espíritu de superación.

¡Espero que disfrutéis leyéndolo!



Raquel Ruiz Gilarranz.



Jaime era un chico inquieto, risueño, siempre con ganas de aprender… pero en clase, la actitud de sus compañeros y del profesorado le frenaba ese afán de superación y de entusiasmo por conocer nuevos mundos, para él, sin límites ni horizontes.
Jaime era un niño con autismo y desde muy pequeño había recibido ayudas para poder integrarse en el aula con sus compañeros pero nunca llegaban a cumplir tal objetivo y no sabían cuál podía ser la razón.
Tenía 6 años e iba a pasar a primero de primaria. Y aunque estuviera entusiasmado y nervioso por lo que le esperaba este año próximo y por todas las experiencias nuevas que se le presentarían, siempre volvía a acecharle su mayor miedo; el miedo a no sentirse uno más.
Ese año iba a tener una nueva profesora y eso le ponía muy nervioso, le creaba una gran incertidumbre; los cambios a Jaime no le gustaban nada.

Por fin llegó ese día tan esperado por Jaime, su primer día de clase.
Esa noche no pudo dormir y tuvo en vela a toda la casa e incluso a todo el vecindario; no paraba de saltar, de correr de un lado a otro, de decir lo nervioso que estaba y lo feliz que era.
Y cuando el reloj marcó las 7:00 Jaime se puso en marcha con la rutina de todos los días. Se duchó, desayunó, cogió su bocadillo de media-mañana, su mochila y se montó en el coche con mamá, rumbo a la escuela.

Una vez en el colegio, Jaime se dirigió a su nueva clase y cuando abrió la puerta ya estaban todos sus compañeros en clase y, por supuesto, su nueva maestra, Amaia.
Era una chica joven, de tez clara y delicada, con los ojos verdes rasgados y el pelo de color castaño, largo y liso.
Lo primero que resaltaba en ella era su gran sonrisa y esos ojos empañados de felicidad, ilusión y entusiasmo.

Jaime, al verla, se quedó estupefacto y sin pronunciar palabra alguna se dirigió a donde estaban sus compañeros y se sentó en el suelo para formar parte del corro que ya habían hecho.
Amaia le había estado esperando para presentarse a toda la clase; pero ya estaban todos, así que no había más tiempo que perder.
-¡Hola a todos! -dijo ella. -Muy buenos días. Yo soy Amaia y voy a ser vuestra nueva profesora para este curso. Ya veréis lo mucho que vamos a aprender juntos y lo bien que nos lo vamos a pasar.
Esas palabras hicieron eco en Jaime y sin avisar, se le presentó una gran sonrisa.
Sin duda alguna, ese era el mejor comienzo que podría haber tenido su primer día de clase.
Fueron pasando los días y aunque Jaime no perdía el entusiasmo, su sentimiento de sentirse fuera de lugar empezaba a aflorar de nuevo. Eso le producía ansiedad, la cual se magnificaba al no saber cómo expresar tal desesperación.

Amaia, conforme iban pasando las semanas, iba viendo en Jaime una actitud que no se asemejaba para nada con la personalidad que ella había leído en los informes.
Por eso Amaia quiso seguir detenidamente y muy de cerca esa actitud y comportamiento que su alumno presentaba y la cual se iba agravando a la par que pasaban los meses.
Veía en Jaime una actitud distante con respecto al resto de la clase, se encerraba en sí mismo y nunca quería participar en las actividades que se hacían.

La profesora intentaba comunicarse con él, descubrir cuál era el motivo por el que Jaime decidía desaprovechar las clases de esa manera. ¿Por qué no ponía de su parte? ¿Por qué no utilizaba ese entusiasmo del que tanto le habían hablado para avanzar y aprender más y más como a él le gustaba?

Amaia ya no sabía qué hacer, lo había intentado todo o por lo menos eso creía ella.
Se había exprimido tanto la cabeza que se le habían acabado las ideas y los recursos para poder tirar de su alumno más preciado y poder ver en él algún avance.
No lo podía creer; siempre se había considerado una persona creativa, llena de nuevas y renovadoras ideas, una persona imparable y siempre queriendo aprender y hacer cosas distintas en lo que concierne a su profesión, su mayor ilusión. Pero esto le estaba superando y no lo podía permitir.

Lo primero que hizo fue informarse a fondo del Trastorno del espectro autista que afectaba a su alumno, porque por mucho que supiese sobre este fenómeno siempre se nos escapan cosas, siempre se puede aprender un poco más de todo.
De esta manera empezó a acudir a cursos formativos que veía que iban saliendo y de los que iba aprendiendo muchas cosas nuevas.  Cualquier granito de arena, por muy pequeño que fuera, aportaba algo nuevo y valioso.

Y de repente se le encendió la bombilla; si había acudido a tantos cursos sobre tantos temas, por qué no acudir a cursos de informática, clases en las que te dieran recursos para poderlos poner en práctica en las aulas y en las que te ayudaran a sacar el mayor provecho de las nuevas tecnologías que tanto se estaban poniendo al día y que tan pocos compañeros conocían o sabían utilizar.

Así que no quiso perder ni un minuto más; ¡ya bastantes años llevaban de retraso como para andarse con tonterías!
Pasó varios días dándole vueltas a la cabeza, intentando buscar soluciones prácticas y formas de conseguir esas soluciones al problema planteado; la inclusión de un alumno en su aula.

Decidió llevar su propuesta al claustro y compartirla con todos sus compañeros, con todo el equipo docente que formaba el colegio.
Los profesores vieron tanto entusiasmo, tanto empeño y tanta ilusión puesta en el proyecto presentado por su compañera que no pudieron resistirse y solo tuvieron que decir: “adelante con ello”.

Amaia empezó a informarse sobre los diferentes campos de las TIC, sobre los distintos usos que podían tener dentro de las aulas y todos los recursos que pueden ofrecer para trabajar con los niños de una forma diferente, más dinámica y activa.
Acudió a todo tipo de centros, bibliotecas, etc. que pudieran contar con documentos que le sirvieran y le ayudaran para complementar esta formación y, como conseguía todo lo que se proponía, encontró todo tipo de vídeos, libros, entrevistas…
También consiguió contactar con gente que conocía todos estos aspectos de las TIC para que pudiera ir al colegio e impartir cursos a todos los profesores y, sobre todo, concienciarles de todas las ventajas que les ofrecen las TIC.

Entre todo el colegio consiguieron recaudar, gracias a donaciones por parte de las familias y de los profesores, el dinero necesario para hacerse con un gran y buen equipo informático, el cual contaba con ordenadores para todas las clases y todos los alumnos, una pantalla digital por aula (desde infantil hasta secundaria), “Tablets”, etc.

También llevaron a cabo jornadas culturales donde aprovecharon para informar a los alumnos sobre esta nueva y diferente forma de impartir clase, consiguiendo así también hacerles partícipes de todo aquello, porque, en definitiva, esta iniciativa no se podría conseguir sin ellos.

A partir de esos primeros días de contacto y de asentamiento, las cosas en el colegio fueron a mejor y se vieron avances en todos los aspectos y a todos los niveles.

Con estas ayudas tecnológicas, el centro y, en especial, Amaia, fueron viendo en Jaime un cambio de actitud, de forma lenta y progresiva, pero con muy buenos resultados.
Jaime pasó de ser un alumno pasivo e introvertido a ser un niño de lo más activo y participativo en clase, ya que por primera vez se sentía a gusto en clase con lo que estaba haciendo, algo que no se le escapaba de su alcance y que realmente le gustaba y motivaba.
Se pudo ver un gran cambio en su relación con los compañeros. Se integró perfectamente en clase, consiguiendo que interactuara con sus compañeros y con los profesores, creándose en el aula un ambiente idóneo para trabajar y jugar.
Jaime, poco a poco, fue cogiendo confianza en sí mismo y eso ayudó a Amaia a conocer los diferentes gustos de su alumno, sus inquietudes, sus sueños… para así poder motivarle y conseguir un mejor desarrollo en él.
Esto último era uno de los aspectos que más se veía favorecido por el uso de las TIC. Con un ordenador para cada alumno, la profesora conseguía llegar a atender a todos los alumnos, por separado y de forma conjunta. Con programas que en su día le descubrieron y le enseñaron a utilizar, Amaia puede hacer que cada alumno trabaje de forma individualizada; en el caso de Jaime le encantan los coches y ha visto ahí una posibilidad para despertarle su interés y motivarle, ya que estos programas le permiten trabajar lo mismo que sus compañeros pero desde un punto de vista diferente, trabajando y jugando con lo que le despierta la curiosidad, los automóviles.

Aprendió muchas cosas nuevas, de su profesora y de todos sus compañeros, y lo más importante, fue capaz de recuperar su entusiasmo e ilusión por aprender y supo como transmitirlo al resto de la clase convirtiéndose en un alumno queridísimo por todo el mundo.


A día de hoy, Jaime tiene 25 años y, por fin, ha conseguido realizar su mayor sueño, estudiar en la universidad y poder estudiar lo que realmente le gusta, la Informática. En este campo ve la posibilidad de conseguir transmitir al resto del mundo lo que un día le llegó a transmitir a él la señorita Amaia; la importancia del uso de las TIC y las puertas que nos abren hacía un mundo nuevo.


FIN.


Para hacer esta pequeña narración me he basado un poco en los diferentes documentos que se nos han facilitado y en la experiencia que pude tener hace unos años con niños con autismo y su reacción al trabajar con ellos y las TIC juntos.
Pude ver que son auténticos maestros de las nuevas tecnologías y que gracias a ellas conseguimos muchos avances con los niños y encontramos en ellas una gran motivación por su parte. 


3 comentarios:

  1. Me ha encantado este relato. Yo estoy a favor de que las TIC se integren en el desarrollo de niños con necesidades especiales tanto en el entorno educativo como el personal ya que, haciendo trabajo sobre ellos, he podido constatar que para su aprendizaje es muy bueno y se hacen grandes avances. Creo que hacer un relato uniendo TIC con niños con necesidades especiales, en este caso autismo, ha sido un acierto.

    Un saludo.

    Raquel Fernández Arias.

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  2. ¡Qué bonito CUENTO Raquel! No hay nada mejor que leer la experiencia de alguien que ha convivido con niños autistas para ver realmente como pueden éstas tecnologías llegar a ellos y de qué manera les puede beneficiar. Según lo que nos cuentas es un muy buen recurso para trabajarlo con ellos así que cojo la idea para, algún día, poder ponerlo en práctica con mis futuros alumnos.

    Besoss!!

    Carmen Cortés

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  3. Buen cuento y preciosa experiencia que has tenido! En mi opinión siempre he tenido claro que las tic eran muy útiles y necesarias para personas con necesidades especiales, porque sé que les sirven para poder comunicarse, relacionarse o aprender. Este cuento refleja bien el buen uso de las tic para algunas personas, he de decir que igual que las apoyo para estas personas no las apoyaba para personas "normales" aunque como ya he dicho en otro comentario empiezo a abrir mi mente y me doy cuenta que las tic son buenas y útiles para todos.

    Marta López

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